Ecuador Celeste
A partir de este momento se van a considerar las posiciones y movimientos aparentes de los astros respecto a la Tierra, considerando a esta última como inmóvil y con su eje en posición vertical (figura 21).
La bóveda celeste (figura 21) es la “esfera de cristal” a través de la cual observamos el cielo y en cuyo centro abstracto colocamos a la Tierra. Se le considera esférica porque así es posible usar el sistema sexagesimal de grados, minutos y segundos para cuantificar las distancias entre los astros; y, también, porque al observador en la realidad se le presenta como esférica por un efecto óptico debido a: comparación con la curvatura de la línea del horizonte, curvatura de la Vía Láctea.
El ecuador celeste (figura 21) se obtiene al prolongar el plano del ecuador terrestre hacia el infinito, hasta que realice un corte abstracto con la bóveda celeste, resultando así una circunferencia (ecuador celeste). De este modo dividimos a ese cielo esférico en dos mitades a partir del ecuador terrestre y, además, en relación a una verticalidad geocéntrica del eje de nuestro planeta. Es decir, todo el cielo visible se va a escrutar astrológicamente en relación a la Tierra. Por otro lado, el polo norte celeste y el polo sur celeste surgen al prolongar en sus dos sentidos el eje de la Tierra (figura 21). El polo norte celeste, como es sabido, cae a un grado escaso de la estrella polar.
Desde la perspectiva geocéntrica, la esfera celeste rota alrededor de la Tierra en unas 24 horas, produciéndose ese giro en torno al eje de rotación celeste. De ese modo, las estrellas y los planetas se mueven aparentemente alrededor nuestro en un día siguiendo planos de rotación perpendiculares al eje celeste de rotación (figura 22).